El aumento en los tipos de interés llevado a cabo por el BCE desde verano como estrategia en la lucha contra la inflación está suponiendo un punto adicional de asfixia para muchas empresas y autónomos que ya han visto en 2022 un incremento sustancial en el coste de suministros, otro factor de riesgo adicional, el riesgo financiero derivado de esta subida de tipos.

 

“Se añade otro factor de riesgo a la supervivencia de empresas y autónomos, el coste financiero.”

 

A corto plazo, el sector financiero puede verse beneficiado en un aumento en las tasas de rentabilidad, con renovaciones de pólizas y concesión de nuevos créditos a un tipo de interés superior.

Por otra parte, las perspectivas económicas para el año 2023 en España siguen siguiendo de ralentización en el ritmo de crecimiento, siendo revisadas cada vez más a la baja tanto por los equipos de análisis como por organismos oficiales internacionales.

 

“El escenario económico en el 2023 sigue siendo incierto, por lo que la prudencia debe jugar un papel central.”

 

Ante estas perspectivas, el sector financiero no puede dejarse llevar por un aumento de la rentabilidad puntual y más cuando éste se ha producido junto con un deterioro en las condiciones económicas de familias y empresas con el consecuente aumento de las probabilidades de impago.

Ante esta incertidumbre, se hace necesario un seguimiento más particularizado de los créditos dudosos y un análisis con una periodicidad mayor de las carteras de deuda, aumentando sus provisiones en caso de ser necesario.

 

“El seguimiento de los créditos dudosos en el 2023 será clave para dimensionar el importe de las futuras provisiones.”

 

Por tanto, el 2023 se presenta como un año en el que los riesgos siguen muy presentes en el sector financiero en el que el análisis y su evaluación deben ser una constante durante el mismo, siguiendo de cerca la evolución del contexto económico nacional e internacional.

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